El Hikikomori es un síndrome que se caracteriza por un comportamiento asocial y evitativo que conduce a los jóvenes a aislarse de la sociedad. Aunque surgió en la cultura japonesa, cada vez son más los casos que se registran en otras partes del mundo.
Se estima que ya hay más de un millón de jóvenes japoneses que no quieren salir de sus casas y deciden vivir encerrados. Inicialmente se pensaba que era algo que tenía que ver con la cultura tradicional japonesa, ya que se trata de una sociedad algo hermética que pone mucho valor en la soledad. De hecho, incluso desde la edad preescolar se alienta a los niños a aislarse en casa para estudiar, debido también a ser una sociedad muy competitiva.

Inicialmente, el término Hikikomori se utilizaba como un término radical de Otaku, jóvenes sin empleo que viven con sus padres y que prefieren el mundo virtual al real, con alto interés por el anime y el manga. Sin embargo, el 1998, el psiquiatra japonés Takamaki Saito utilizó por primera vez el término para definir a jóvenes que durante la década de los 20 se aislaban de la sociedad durante seis meses o más, evitando cualquier tipo de compromiso social: amigos, estudios o trabajo.
Precisamente es esa afección sobre la vida social, laboral o académica lo que nos debe hacer considerar el síndrome como tal y no simplemente la preferencia de una persona por estar en soledad y elegir vivir aislado, como ocurre con el resto de trastornos que hemos definido ya otras veces en el blog.

A pesar de existir múltiples estudios que nombran esa problemática y de haber encontrado casos prácticamente en todo el mundo, aún no hay un acuerdo en la definición del síndrome así como en los criterios para su diagnóstico, lo que hace más difícil estudiar su prevalencia. Sin embargo, sí que se tienen datos que concluyen que el hikikomori ha aumentado a partir del aislamiento al que nos vimos obligados a someternos durante la pandemia de la COVID-19.
Además del aislamiento social y la reclusión de los jóvenes en la casa de sus padres, rechazando la opción de independizarse y buscar un trabajo, suele ser común que estos síntomas vayan acompañados de una adicción a internet, posiblemente debido, como ya hemos nombrado anteriormente, a la preferencia de estos jóvenes por el mundo digital.

El hikikomori puede aparecer también junto a otros trastornos como son la ansiedad social, la esquizofrenia, la depresión, otras adicciones (principalmente al cannabis) o trastornos del sueño. De hecho, es común encontrar patrones de sueño-vigilia invertidos, es decir, que duerman durante el día y pasen las noches despiertos viendo la televisión o jugando a videojuegos.
En cuanto a las causas que subyacen a este síndrome, en un inicio se pensó que se trataba de un síndrome cultural relacionado con los valores de la sociedad japonesa. Sin embargo, su extensión a lo largo y ancho del mundo, han descartado esta idea y ha hecho que se propongan otras posibles causas del síndrome hikikomori:
- La globalización, los cambios económicos sufridos en las últimas décadas y un aumento del individualismo en todas las sociedades.
- Una posible exclusión de los jóvenes que sufren el síndrome durante la infancia.
- Rasgos de personalidad como la introversión, la timidez o un apego ambivalente o evitativo.
- El rechazo o la sobreprotección paterna durante la infancia.
- Las nuevas formas y nuevas tecnologías de comunicación e interacción
- El aislamiento producido durante la pandemia de la COVID-19.

Independientemente de las causas, lo que más interesa en estos casos es saber cómo abordar el síndrome cuando se produce una afectación en diferentes ámbitos de la vida de la persona que lo sufre. En esto hay un consenso por parte de los profesionales, que apoyan un abordaje multidisciplinar:
- Social: a través de la integración de la persona en su entorno.
- Terapéutico: tratando los síntomas que definen el síndrome.
- Educativo: facilitando la adaptación al sistema educativo o laboral.

Aunque se trate de un síndrome que aun no está clasificado como trastorno en ningún manual diagnóstico, así como tampoco su origen, causas y tratamiento, es importante saber que esta problemática existe y que no es necesaria esa clasificación para poder pedir ayuda a un profesional si estamos sufriendo por ello, tanto nosotros como alguien de nuestro entorno.
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Realmente es bueno pasar tiempo a solas, para mejorar como individuo, pero creo que negarse a socializar es negar gran parte de lo que nos hace humanos. Nuestro éxito evolutivo se debe en gran parte por vivir en sociedad y no tiene sentido darle la espalda a esa característica tan nuestra.
Muy bueno!
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Como siempre, muchas gracias por la aportación de tu comentario, Gerardo. Estoy muy de acuerdo contigo!
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