A lo largo de diferentes entradas en este blog, hemos ido viendo como los personajes de ficción nos ayudan a comprender la psicología y, en algunos casos, han llegado a poner nombre a procesos y trastornos mentales. También ocurre en el caso que hoy nos ocupa, el del Barón de Munchausen.
El Barón de Münchhausen fue un barón alemán que se alistó en el ejército Ruso para luchar contra los turcos allá por el siglo XIII. Pero no es de ahí de donde proviene su principal fama, sino de haber contado historias demasiado increíbles al volver a casa como el haber viajado a la luna, cabalgado sobre una bala de cañón o haber bailado en el estómago de una ballena. Posteriormente lo convertirían en un personaje literario, por lo que no se sabe hasta qué punto las aventuras que se conocen son creación del propio barón o de Raspe, el escritor que lo convirtió en un personaje de “ficción”.
Todas estas historias y su gran carácter ficticio sirvieron para dar nombre al caso más grave que existe del trastorno facticio. El trastorno facticio se refiere a un trastorno que hace que la persona que lo sufre finja o se produzca intencionadamente síntomas de una enfermedad física o psicológica.
A diferencia de lo que podríamos pensar, esta persona no se provoca o finge los síntomas para conseguir beneficios secundarios, como podría ser una indemnización, una baja laboral, librarse de un examen del instituto o cualquier otro incentivo externo. Si fuese así no estaríamos hablando de trastorno facticio, sino de simulación…y con seguridad puedo decirte que verías desaparecer todos esos síntomas en cuanto la persona consiguiese el beneficio que buscaba.
Por el contrario, la persona con trastorno facticio no busca ningún tipo de beneficio externo, sino únicamente asumir el papel de enfermo, por lo que todo ello supone: los cuidados de los demás, recibir más atención, sentirse más protagonista, evitar que los que te rodean se olviden de ti…
El Síndrome de Munchausen, como hemos dicho, es la forma más grave de este trastorno facticio. Son pacientes que pueden mostrar una gran variedad de síntomas físicos y psicológicos. Es común que muestren una conducta de hospital en hospital buscando que les hagan las pruebas necesarias para averiguar de dónde provienen sus dolencias y, además, suelen tener amplios conocimientos sobre medicina que utilizan para auto provocarse o fingir los síntomas de enfermedad. De hecho, los síntomas de enfermedad que muestran pueden llevarles incluso a pasar por varias operaciones.
Un conocido caso es el del inglés William McIlroy, quien peregrinaba de un hospital a otro buscando el diagnóstico de los médicos y llegando a utilizar nombres falsos para que le atendiesen una y otra vez. William llegó a someterse a más de 400 operaciones y, de hecho, solo pasó 6 meses de su vida sin estar ingresado en un hospital.
Algo relacionado con este trastorno es lo que en psicología se conoce como pseudología fantástica. Un fenómeno que no solo se da en personas con este trastorno, sino que podemos encontrar en cualquier persona de la población “normal”. Este concepto hace referencia a mentiras que una persona cuenta y que ellos mismos llegan a creerse, aun siendo historias inverosímiles para el resto de personas que las escucha. Y un gran ejemplo de ello son las historias del barón Munchausen, o la de los jóvenes que a través de sus Redes Sociales intentan vender unas vidas que para nada son las que viven en realidad.
Si damos una vuelta de tuerca más al Síndrome de Munchausen, podemos encontrarnos con el Síndrome de Munchausen por Poderes, en el que los síntomas ficticios se dan en otra persona que está bajo el cuidado de la persona que presenta el síndrome. Es decir, hay una persona “cuidadora” que presenta el síndrome y que produce los síntomas en una persona de la que “cuida”, como puede ser un hijo. De esta forma, haciendo que la persona de la que cuidan asuma el papel de enfermo, se hacen imprescindibles para ellos, ya que se muestran como los únicos que pueden cuidarlos.
Esto no deja de ser un peligro para la vida de la persona que se encuentra a su cargo, ya que para producir todos los síntomas de enfermedad, la persona “cuidadora” puede ser capaz de utilizar medicamentos y sustancias nocivas para la salud. Nos encontramos ante una forma de maltrato infantil algo desconocida y que puede llegar a poner en riesgo la vida de los menores.
Por eso es tan importante que los profesionales que trabajan en sanidad aprendan a detectar estos casos, para poder intervenir cuanto antes y salvar a las personas que sufren este trastorno.